Tras el confinamiento la industria gastronómica y turística han sido las que más han sufrido estragos, ya que dependen del contacto con los consumidores para subsistir y al limitarlo para disminuir la propagación del virus no solo afectó a nivel empresarial, sino que también a la red de trabajo entorno a ellos como son los artesanos, agricultores, obreros, proveedores, entre otros.
Sin embargo, también ha representado un reto de resiliencia para ambas industrias, que ha dejado florecer su creatividad y capacidad para adaptarse a la nueva normalidad, cambiando drásticamente su operación, necesidades, formas de vinculares y condiciones para laborar.
Entre las soluciones que los expertos proponen, destacan:
• Salvaguardar a las comunidades rurales, consumiendo productos y servicios locales.
• Incentivar el desarrollo de huertos urbanos.
• Priorizar el consumo y producción de insumos endémicos.
• Fortalecer el consumo de productos artesanales
• Combatir el comercio informal y consumir directo con los productores
• Adaptarse a las nuevas formas de consumo y venta digital o por recolección.
• El street commerce tendrá que formalizar sus protocolos de saneamiento.
• La seguridad y protección de la salud de los consumidores ya no deberá ser un valor agregado, sino un mandatorio.
• La experiencia de compra – venta deberá transformarse y garantizar un buen servicio.
Si bien, los negocios en general necesitan alinearse a las normas de la nueva normalidad para operar, cuidar la salud es tarea de todos, pues entre más conciencia desarrollemos más pronto será el regreso a “semáforo verde”.